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Finalmente el pasado viernes 2 de diciembre del año en curso el Poder Ejecutivo promulgó el Presupuesto General del Estado para el año 2017, mediante la Ley 690-16, por un monto de RD$711,399.37 millones.
Conforme la indicada ley, los ingresos corrientes serán de RD$537,886.9 millones mientras que los de capital tendrán un importe de RD$1,626.3 millones. También se aprobaron gastos para el gobierno central por RD$624,407.0 millones mientras el déficit financiero se estima en RD$84,893.9 millones.
Fueron muchos los comentarios, análisis enjundiosos, críticas, contrapropuestas, propuestas de reformulación, modificaciones, ajustes pero nada valió ya que el Congreso Nacional responde al oficialismo y este bajó la línea de que se aprobara intacto sin que se le tachara una coma.
Un presupuesto con déficit como los últimos nueve presupuestos que se han ejecutados en igual período y lo único que se ha hecho es acumular recursos faltantes financiados con deudas públicas.
De nada han servido las opiniones de los demás sectores incluyendo las de los partidos de oposición, pues siempre se impone desde el ejecutivo la aprobación de algún documento de su interés pecuniario o político y con eso basta para que se acoja aunque de manera regañadiente. Tremenda democracia que se gasta la República Dominicana donde solo se oye una sola voz.
Ya formulado, aprobado por el Congreso Nacional y promulgado por el Ejecutivo, el primero de enero de 2017, se inicia su ejecución, etapa sumamente delicada en la que se pondrá a prueba la capacidad de ejecución o administración de las distintas áreas del sector publico principalmente al presidente de la nación como cabeza o gestor de la cosa pública.
Delicada encomienda ya que los retos, amenazas internas y externas que se deben enfrentar son muchas a los largo del año 2017, entre las que habrá variables controlables e incontrolables.
Desde ya se sabe que el Presupuesto General del Estado 2017 fue formulado con una tronera u hoyo financiero de unos RD$84,893.9 millones el cual será financiado con más deudas o préstamos, muchos de estos con intereses onerosos.
Un país, un hogar o una empresa que año tras año se desenvuelva con un faltante de recursos de la magnitud con que se administran las finanzas públicas no puede decirse que todo anda bien pues lo aconsejable y práctico es que cada institución sea autosuficiente, es decir, que genere sus propios recursos con los que pueda hacer frente a sus obligaciones operativas, al riesgo y le permita ahorrar.
De no hacerse así se trabaja en un círculo vicioso que al único camino que esto conduce es a la insostenibilidad fiscal ya que en el tiempo solo se recogerán dificultades financieras ante las instituciones financieras e inversionistas externos y locales para seguir financiándose a través de éstos.
No es un secreto que en la nación dominicana solo se vive financieramente de lo producido y consumido con recursos ajenos y así no se puede seguir ya que esto denota improvisación, dejando a un lado las recomendaciones de los buenos tratadistas sobre cómo aplicar los principios o fundamentos de una correcta gestión financiera.
Las autoridades confían en mejorar las recaudaciones impositivas y demás recursos financieros para evitar incrementar el déficit aprobado para el año 2017 ya que de no lograrse se generaría automáticamente la solicitud de más préstamos y solicitud al Congreso de transferencias de fondos de un capítulo a otro dejándose de ejecutar una serie de proyectos concebidos.
Las autoridades de no obtemperar los llamados, consejos e incluso asesorías financieras de forma gratuitas que se les ofrecen para que no sigan endeudando el país como si se tratara de una propiedad personal cuando se sabe que el país le pertenece a todos pues el Estado lo forman todas sus instituciones con todas las personas de una nación.
Se aboga por que se incrementen los ingresos públicos y para ello se habla de una reforma fiscal integral pero a escondida lo que se hace es aprobar impuestos vía administrativa tales los casos de los aumentos del pago de los peajes, ITBIS, pagos de los servicios judiciales, entre otros impuestos ocultos.
Se habla de que es necesario aumentar la presión fiscal respecto al Producto Interno Bruto (PIB) pero la evasión, elusión fiscal, el gasto tributario van en aumento y la administración tributaria del país es deficiente.
Entre las principales causas de la evasión fiscal se pueden mencionar: altas tasas, poca equidad, falta de percepción de los beneficios del gasto público, distorsiones económicas que provoca el sistema tributario, dificultad de aplicación e inestabilidad de las normas tributarias y resistencia a la imposición. Siendo una de las más contundentes la desconfianza en la administración de las recaudaciones impositivas y manejo de los demás recursos debido a la gran corrupción que impera entre los funcionarios que administran recursos.
Cada día son más los casos de corrupción que se dan a conocer sin que no caiga todo el peso de la ley sobre los corruptos llegándose a la insólita situación de que en la nación dominicana no haya presos por este delito.
Se podrán escribir páginas y páginas acerca de la necesidad de cobrar más impuestos a los agentes económicos y público en general y que éstos no afectarán la competitividad de los empresarios pero seguirá la desconfianza, aumentará la evasión y la elusión fiscal hasta tanto no se ponga coto al flagelo de la corrupción administrativa.
Se ha llegado al extremo de que la corrupción no es solo del sector publico sino que este ha enseñado al sector empresarial, a los individuos y familias a corromperse lo cual se ha entronizado en todos los estratos de la nación por lo que no se podrá solicitar que se pague más impuestos cuando hay corrompidos y corruptores de manera deliberada.
De forma tal que el Presupuesto General del Estado seguirá siendo deficitario por la mala administración de los pocos o muchos recursos captados por las autoridades gubernamentales.